Pedro y Pablo, las dos columnas sobre las que Jesús construyó la Iglesia. Ambos creyeron en Jesús incondicionalmente, porque sabían muy bien contestar a la pregunta “¿Quién decís que soy yo?” (Evangelio: Mateo 16, 13-19). Y su respuesta no fue solo una formulación teórica, sino un seguimiento en el que dieron todo por él: cárcel, persecución, la vida entera hasta la muerte. (1ª y 2ª lecturas, Hechos 12, 1-11 y 2 Timoteo 4, 6-8.17-18).
Al leer los relatos de la prisión de Pedro y la última cárcel de Pablo, nos planteamos: “A ellos les costó muy caro seguir a Jesús; a nosotros nos lo han puesto muy fácil”. Pero también pienso con cierta inquietud y hasta vergüenza: “Su esfuerzo construyó la Iglesia, mi vulgaridad la ensombrece” Y es que la Iglesia la construye Dios… si nosotros la construimos. Es misterioso y preocupante el proceder de Dios: cuenta con nosotros para hacer las cosas y está ahí para que las podamos hacer. Pero si no las hacemos ¿quién las hará?
Vivimos entre dos certezas: que Dios quiere el Reino, la humanidad en plenitud, y que nosotros los que loa tenemos que construir.
SAN PEDRO Y SAN PABLO APÓSTOLES (29-Junio-2015)
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